¿Recuerdas cuando conociste al chico o a la chica que te gusta? ¿Qué fue en lo primero que te fijaste? Cuando hay alguien en nuestra mente de manera continua, nos sentimos siempre felices y cada vez más vivos y de acuerdo a tanta vida, tratamos con todas nuestras fuerzas de llamar la atención de esa persona; nos vestimos con la mejor ropa, nos aplicamos el mejor perfume e incluso llegamos a ahorrar parte del dinero que nos dan nuestros padres para el desayuno del colegio y así comprarle un chocolate para hacerle saber cuánto lo estimamos o la estimamos. Todas estas estrategias de “conquista” crean proximidad con el chico o la chica de nuestros sueños, nos convertimos en su amiga o amigo y prontamente esa amistad se va transformando en algo más profundo y maravilloso de la mano de un primer beso tan inolvidable que nos hizo tocar el cielo con las manos y a la vez nos hizo temblar de ansiedad, pues era una experiencia desconocida que nos generaba muchos pensamientos y expectativas ¿Cómo se besa? ¿Será que sé besar? ¿Cuándo será mi primer beso? Y cuando esto sucede en un instante tan fugaz, estas inocentes dudas se aclaran o quedan en un segundo plano, después de éste momento podrás interrogarte ¿Será que le gusto? ¿Será que solo quiere una amistad con derechos? ¿Puede que me ame? Pero solo los días podrán darte la respuesta correspondiente a cada pregunta que te plantees en tu interior cada vez que estas con él o con ella. Pasan los días y esos besos van transformando una situación de amistad en algo más estable y profundo, él o ella, un día cualquiera te presenta a sus padres, a toda su familia e incluso a su mascota y tu comienzas a distinguir que hay amor en su corazón y un compromiso que asumir entre dos personas con cariño y respeto, esta conclusión hace que saltes de felicidad, pues ha llegado el amor a tu vida y este te corresponde de manera sin igual, pasan los días y los meses y conforme a tu crecimiento interior te vas dando cuenta que las relaciones se tornan un poco difíciles en ocasiones, pues él o ella comienza a discutir sin razón o desea que no se vean tan seguido y como tu amor es tan grande le comprendes sin reprochar por un buen tiempo, demostrándole que le tienes confianza y que respetas su espacio. Tu pareja está muy segura de ti y piensa que “ya no es necesario” pasar tanto tiempo a solas y comienzan las salidas con sus amistades, si bien tratas de pasarla lo mejor que puedes, a veces quisieras que todo volviera a ser como el principio, donde todo era un poco más tierno y emocionante. Tú, preocupada o preocupado vas donde tu mejor amiga o tu mejor amigo y comienzas a contarle todo lo que te angustia a pesar de que tu novia o novio sea el ser más maravilloso que para ti existe, infortunadamente comienzas a notar que tu mejor amiga o mejor amigo, es un poco indiferente al tema y te dice en forma déspota que no hagas caso, que eso no tiene por qué angustiarte, pues son “tonterías”. Tu relación comienza a tornarse fría y tu novio o novia ya no te llama tan seguido, te dedica poco tiempo y lo peor de todo, te inventa excusas para no encontrarse contigo, entonces tu sumergido en la tristeza decides ir donde otra amistad que de pronto pueda comprenderte mejor y vaya sorpresa…comienzan los comentarios a modo de chisme a relucir, “¡tu mejor amiga o mejor amigo, está saliendo con tu novio o novia!” “¿Acaso no lo sabias?” “Por eso esta así contigo” después de estas palabras las lágrimas no se hacen esperar y vas sin avisar hasta la casa del ser que amas tanto y decides enfrentarlo o enfrentarla y como si fuera poco confirmas lo que te habían dicho y lo ves o la ves con tu mejor amiga o mejor amigo, ellos sorprendidos te observan y tú, a presar de tu tristeza, de la forma más decente terminas su relación con ellos y no los vuelves a ver. 

Pasan muchos días y el doble de noches para salir de la oscuridad que te produjo ese angustioso capítulo de tu vida, dándote cuenta también de que maduraste y te diste cuenta de muchas cosas; aprendiste a amarte un poco más, a saber que quien está interesado o interesada en ti hace hasta lo imposible por tenerte a su lado, que una amistad es reciproca e incondicional, no fría y dedicada solo a juzgarte, a reconocer cuanto vales, porque así tengas un corazón roto, sigues siendo la misma o el mismo: única o único, con demasiadas cualidades y todas las capacidades para salir adelante, maravillosa o maravilloso, sin importar las heridas de tu alma.

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Ana Sofía Gallo